Ariel Castro, el hombre que secuestró,
violó y maltrató durante una década a tres mujeres en Cleveland (Ohio,
EEUU), apareció hoy ahorcado en su celda, apenas un mes después de haber
sido condenado a prisión de por vida.
Las autoridades están investigando las circunstancias de su muerte,
toda vez que el reo estaba bajo vigilancia estrecha, aunque no contaba
con protección frente al suicidio.
Castro, de 53 años y origen puertorriqueño, recibió el 1 de agosto
una condena a cadena perpetua sin derecho a libertad condicional por el
cargo más grave al que se enfrentaba, el de homicidio agravado, por
golpear a una de las mujeres durante el cautiverio hasta causarle un
aborto.
Por el resto de los casi 1.000 cargos, entre ellos cientos por
violación, Castro recibió varias condenas consecutivas que suman otros
1.000 años más en prisión.
La sentencia respondía al acuerdo de culpabilidad que su defensa
acordó con la fiscalía para que Castro se librará de la pena de muerte.
El día del juicio, el condenado pidió perdón a sus víctimas al inicio de la audiencia.
“No soy un monstruo. Estoy enfermo”, dijo. “Creo que yo soy también
una víctima”, sostuvo vestido con el típico mono naranja de los
presidiarios y una prominente barba.
Castro relató entonces que había sufrido abusos sexuales siendo joven y habló también de su adicción a la pornografía.
“No estoy tratando de poner excusas. Sé que obré mal, pero no soy una persona violenta”, indicó.
Castro relató que en la casa en la que mantuvo secuestradas a las
tres mujeres había “armonía” y que las acusaciones de abusos sexuales
eran “falsas”, puesto que, según él, “muchas veces” ellas le pedían
tener sexo.
Pero el juez Michael J. Russo, al leerle la condena, fue rotundo:
“Usted separó a tres mujeres de sus familias y sus comunidades, las hizo
esclavas y las trató como si no fueran personas”.
Las tres mujeres, Michelle Knight, Amanda Berry y Gina DeJesús,
fueron secuestradas por Castro en los años 2002, 2003 y 2004, y
recuperaron la libertad en mayo pasado.
Knight habló entre sollozos en la audiencia y declaró que Castro le
“robó” 11 años de su vida, que le podía perdonar, pero “nunca” olvidar
lo ocurrido, y que merecía pasar el resto de su vida en prisión.
“Lloré cada noche, los años se volvieron una eternidad”, rememoró
Knight al recordar que cuando fue secuestrada en 2002 tenía un hijo de
apenas dos años que se quedó “muy solo”.
El pasado 6 de mayo, en un descuido de Castro, Berry logró escapar y pedir auxilio a gritos.
Un vecino, Charles Ramsey, acudió en su rescate y ayudó a la joven a romper la puerta de la casa en la que estaba secuestrada.
Berry reveló entonces que en la casa había más personas recluidas
contra su voluntad: DeJesús, Knight y su propia hija, de seis años,
fruto de los abusos de Castro.
Tras el rescate los vecinos no salían de su asombro y aseguraron que
en ningún momento sospecharon que Castro pudiera ser responsable de los
secuestros, dos de los cuales, los de DeJesus y Berry, eran muy
conocidos por la comunidad.
Los padres de DeJesús, de origen puertorriqueño, organizaban vigilias en cada aniversario de su desaparición, el 2 de abril.
El caso de Berry, cuya madre murió en 2006 de un ataque cardíaco,
estuvo abierto debido a que aparecieron pistas durante estos años que
finalmente no dieron resultado.
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