La historia se repite. Cada presidente o jefe del Ejecutivo de los últimos sesenta años se ha encontrado con una homilía de un sacerdote o monseñor que no ha sido de su agrado, motivando en lo inmediato reacciones por la irritación.
Le pasó a Danilo Medina el miércoles en Santiago, cuando el padre Benito Cruz Lantigua le pidió no concentrarse exclusivamente en la construcción de obras de educación, y recordarle que el pueblo necesita que su líder le hable con más frecuencia.
Pero también le pasó al expresidente Hipólito Mejía, aunque con unos tonos más altos de molestia de ambas partes.
El párroco Milton Amparo Tapia, de la iglesia San Bartolo, en Gurabo, el pueblo de donde es oriundo el expresidente, le criticó por no mantener su promesa de no reelegirse y por las políticas económicas que implementaba su administración.
“El presente Gobierno ha mostrado cierta tendencia totalitarista y dictatorial manifestada en la intolerancia con la prensa y con todos los que pueden criticar su gestión, acompañada con la manifiesta intención de que las Fuerzas Armadas participen activamente en las elecciones o al menos favorecer la politización de las Fuerzas Armadas como lo hizo Trujillo y Balaguer en el pasado”, dijo el sacerdote en la homilía.
El expresidene Hipólito Mejía calificó la homilía como irrespetuosa y su secretario de Agricultura, y uno de sus principales colaboradores, Eligio Jáquez, dijo que más que un cura pensó escuchar a un dirigente político de la oposición.
“Fue una carta irrespetuosa”, dijo el expresidente cuando se refirió al sermón del padre.
El padre Toño, Antonio Reynoso, tiene una historia particular en el gobierno del expresidente Antonio Guzmán. Era 1980, entre los meses de noviembre o diciembre, cuando el expresidente fue a inaugurar el residencial de los Obreros del Rosario, en Cotuí. “Cuando me dieron la palabra denuncié que se construían diques por la presa de Hatillo que podían generar inundaciones en zonas habitadas”, recuerda desde Orlando, Florida.
Don Antonio se preocupó mucho, asegura. Pero el entonces director del Instituto de Recursos Hidráulicos le enfrentó en el acto descalificándolo.
Con el expresidente Joaquín Balaguer le pasó que en una eucaristía en La Vega, transmitida por Radio Santa María, dijo que el expresidente y el demonio eran la misma cosa. Meses después Reynoso visitó el Palacio Nacional y Balaguer le dijo: “usted ve padre Toño, yo no soy un Dios, pero tampoco un demonio”.
“A ellos no les gusta, a los presidentes y a los ‘lava sacos’, que les digan la verdad, porque ellos lo que viven es hablándole mentiras a la gente”, asegura el padre Toño. El episodio más memorable de irritación al poder lo produjo monseñor Francisco Panal al dictador Rafael L. Trujillo Molina. La historia suele ser conocida como el hombre que arrodilló a Trujillo.
Fue el cuatro de marzo 1961, en las postrimerías de la dictadura, cuando en la iglesia Inmaculada Concepción de La Vega, monseñor detalló “necesidades apremiantes” de la ciudad, dice Ángela Peña en un artículo publicado en el diario Hoy el 19 de marzo de 2011.
Esas necesidades apremiantes eran la necesidad de trabajo, viviendas, alimentación, y también reveló los destierros y prisiones que sufrían ciudadanos en el país, según señala el artículo antes citado. “Terminó pidiendo vivas para la iglesia católica, el Romano Pontífice, la jerarquía eclesiástica dominicana, el pueblo y el clero católicos, lo divino y lo sagrado, esperando que los templos se liberaran de toda execración”, indica Peña en su escrito.
CASO MÁS RECIENTE
El presidente Medina tenía meses que no le hablaba al país. Y en las ocasiones en que lo hacía solo se limitaba a responder preguntas puntuales, y sin muchos detalles, como cuando se le preguntó sobre el manifiesto que pedía su renuncia, ocasión en la que pidió “que lo dejaran trabajar”.
Cuando el padre Benito habló y le pidió al mandatario recordar que hace mucho bien al espíritu humano cuando el líder, “el cabeza de la nación le dirige la palabra” al pueblo.
“Señor presidente, nuestra parroquia tiene siete sectores, con más de dos mil familias, prácticamente unos diez mil habitantes y queremos ayudarles en la formación humana”. dijo.
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