jueves, 30 de noviembre de 2017

Depresión: un mal que los adolescentes callan

Depresión: un mal que los adolescentes callan  Santo Domingo, RD
La adolescencia es una etapa bonita de la vida, es un momento de la existencia que permite conocerte y tener nuevas experiencias. Lastimosamente hay miles de jóvenes que durante la pubertad caen en la depresión.

En 2015, los suicidios fueron la tercera causa de muerte en adolescentes, según la Organización Mundial de la Salud.

Ana, Pedro y Juan, son tres nombres ficticios pero con testimonios reales, que durante su adolescencia pasaron por un largo periodo de depresión, sufrimiento, soledad y tristeza, pero en la actualidad son jóvenes que se recuperaron de esta oscura etapa.


Los inicios de la adolescencia de Ana fueron divertidos, salía usualmente con sus amigos como una chica normal, y de repente, se alojó en ella un sentimiento extraño. Este sería el principio de su pesadilla.

Sin razón aparente en enero de 2012, cuando tenía 15 años, inició su depresión. El cambio brusco de humor y de pareceres hacía que su mente variara de opinión acerca de tópicos como su autoestima, tema que nunca había puesto en duda.

Los libros servían como escape para olvidarse de su situación, y bajo una careta de felicidad fingía una vida de maravillas, con buenas calificaciones y un “lindo novio”, ocultando por años el sufrimiento que la estaba consumiendo.

Pasaban los meses y el dolor crecía. La mayor parte del tiempo tenía una sensación tal como la de un luto familiar, que según ella no podía remediarse de ninguna forma. Su autoestima estaba  por el suelo, no consideraba si quiera que la vida valiera la pena. “Yo sentía que no valía nada, no me gustaba mi peso, ni mi cara, para mí, yo era fea”.

Hasta que en un colapso descubrió una forma errónea para “liberar la tristeza”. Un día tomó una navaja y comenzó a autolesionarse, acto que continuó haciendo por varios meses.

Aunque en un principio fue una acción sádica, con el tiempo le brindaba “un placer indescriptible, adrenalina y sobretodo paz”.

Las personas a su alrededor no se percataban de sus lesiones, más bien recibía burlas y comentarios negativos acerca de su físico.

Incluso sus padres, al darse cuenta de su depresión, la instaron a que terminara con su vida porque no querían una hija que estuviera pasando por tanta tristeza.

No fue hasta finales del 2016 cuando Ana por su propia fuerza de voluntad, y aprendiendo a amarse, salió de la enfermedad.  Un día llegó a la conclusión de que no valía la pena sentirse triste, “así como llegó la depresión, se fue”.

Pedro sentía que no encajaba en la sociedad. Desde pequeño descubrió que le gustaban los chicos.

Su depresión comenzó en la secundaria. Sentía que no era comprendido. Le mostraba a las personas que su vida iba bien, pero en realidad “era un desastre por dentro. Cuando la depresión no se ve, tú aprendes a crear una barrera para que la gente no sepa lo que está pasando en tu vida. Yo sufría totalmente solo, a mí nadie me ayudó porque yo no tenía a nadie”.  

Lloraba todos los días, e incluso llegó a tener una relación amorosa falsa con una chica, creía que se iba a quedar solo toda su vida. Por mucho tiempo llegó a odiarse. No encontraba una motivación para seguir. “Mi experiencia como un adolescente estaba siendo robada porque todos mis amigos salían, conocían gente y se enamoraban, pero yo nunca tuve eso porque era imposible para mí. La misma sociedad fue que me arrebató eso y me hizo sentir muy mal”.  

No confiaba en nadie. Cada vez que veía mensajes homofóbicos de parte de sus amigos, en redes sociales o en la televisión lo hacían despreciarse.

Además hace varios años, antes de finalizar la secundaria, bajó repentinamente de peso con intenciones de encajar dentro del grupo.

Hoy, Pedro tiene 19 años, y  aunque ya superó la depresión todavía no ha hecho pública su preferencia sexual. Es un joven más extrovertido, ha encontrado amistades que lo comprenden y está aprendiendo a ser feliz.  

Juan es otro joven que vivió con depresión. En su adolescencia no definía su sexualidad, por momentos creía que era bisexual, y en otros afirmaba que era homosexual, se sentía censurado y con miedo porque pensó que lo rechazarían. “Yo creía que iba para el infierno, que tenía una maldición. Yo estando en un colegio católico nunca recibí apoyo psicológico”.

Cuando era un niño fue tocado por un hombre adulto que era en ese entonces amigo de la familia. Un día cuando Juan estaba solo en la casa, el señor se aprovechó que el infante era inocente y después se fue como si no hubiese ocurrido nada.  Sin embargo esta situación no definió su sexualidad

Por muchos años ese episodio de su vida, que solo ocurrió una vez, no lo dejaba dormir, lo hacía sentir sucio porque tenía ese secreto que le daba temor revelar.

Juan ahora es un joven de 22 años, y con el tiempo superó esa etapa que tanto lo hizo sufrir.

Rechazo escolar
Pedro sentía que no encajaba en la sociedad. Desde pequeño descubrió que le gustaban los chicos. Su depresión comenzó en la secundaria. Sentía que no era comprendido. Le mostraba a las personas que su vida iba bien, pero en realidad era un desastre. “Cuando la depresión no se ve, tú aprendes a crear una barrera para que la gente no sepa lo que está pasando en tu vida. Yo sufría totalmente solo, a mí nadie me ayudó”.

Lloraba todos los días, e incluso llegó a tener una relación amorosa falsa con una chica. Por mucho tiempo comenzó a odiarse. No encontraba una motivación para seguir.

“Mi experiencia como un adolescente estaba siendo robada porque todos mis amigos salían, conocían gente y se enamoraban, pero yo nunca tuve eso porque era imposible para mí. La misma sociedad fue que me arrebató eso y me hizo sentir mal”.

Cada vez que veía mensajes homofóbicos de parte de sus amigos, en redes sociales o en la televisión, lo hacían despreciarse.

Además, hace varios años, antes de finalizar la secundaria, bajó repentinamente de peso con intenciones de encajar dentro del grupo.

Hoy, Pedro tiene 19 años, y aunque ya superó la depresión todavía no ha hecho pública su preferencia sexual. Está aprendiendo a ser un joven feliz.

Especialista en crisis y traumas
Experta opina. La psicóloga y especialista en intervención en crisis y traumas Miriam Gómez afirma que la depresión es una enfermedad mental grave, la cual se supera a través de tratamientos en un periodo de tiempo más o menos prolongado.

“Cuando el problema de la depresión en el adolescente se presenta en estado grave se recomienda llevarlo a un psiquiatra para que lo medique y le dé seguimiento con psicoterapias. En caso de que el cuadro no sea tan grave, se puede comenzar con la visita a un psicólogo para trabajar con psicoterapia de apoyo, para ayudar al consultante a exteriorizar todos los eventos emocionales y situaciones que no logre manejar”, agregó.

Los padres pueden reconocer la depresión en sus hijos si se percatan de tristeza, melancolía, infelicidad, irritabilidad y mayor sensibilidad a las críticas.

Algunas de las principales consecuencias de esa enfermedad en la pubertad son el aislamiento social, falta de control de los impulsos, obsesión con la muerte, malas decisiones, niveles de ansiedad elevados y suicidio.

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